Entre la No violencia y la No existencia
Por Ricardo Guillermo Gállego[1]
Martin Luther King Jr estuvo en la India en 1959 y escribió en un artículo del Hindustan Times: “…dejé India más convencido que nunca de que la resistencia no violenta es el arma más poderosa disponible de los pueblos oprimidos en su lucha por la libertad. La influencia de Gandhi de alguna manera aún habla a la conciencia del mundo mientras las naciones lidian con los problemas internacionales. Si fracasamos…en seguir el principio de no violencia de Gandhi, podemos terminar destruyéndonos a través del mal uso de nuestros propios instrumentos. La elección ya no es entre la violencia y la no violencia, ahora es la no violencia o la no existencia” (The Autobiography of Martin Luther King. Jr., ed. Clayborne Carson, New York: Time Warner, 1998, pág. 128).
Esta cita de King, plasmada en este artículo hace ya 56 años, viene a cuento ahora ante el alarmante aumento de la violencia que están provocando los atentados yihadistas de los últimos días, no sólo en París, sino también en el Sinaí, Beirut, Túnez y además el derribo del bombardero ruso por la Fuerza Áerea de Turquía. Esto hechos, tanto la muerte, el pánico y el dolor causados por los actos terroristas, como el ataque turco al avión ruso son totalmente reprobables, graves e inadmisibles que pueden tornarse imparables y escalar hasta cumplirse la “profecía” de King de terminar destruyéndonos a través del mal uso de nuestros propios instrumentos.
Leonardo Boff, en otro artículo reciente titulado “Occidente ha escogido el peor camino: la guerra”, dice que la respuesta de la guerra será interminable por la dificultad de derrotar el fundamentalismo o a los grupos que deciden hacer de sus propios cuerpos bombas de alta destrucción. El camino de la guerra no ha traído nunca la paz, a lo máximo alguna pacificación, dejando un lastre macabro de rabia y de voluntad de venganza por parte de los derrotados que nunca, a decir verdad, serán totalmente vencidos.
La dinámica sinfín de la represalia –de esta voluntad de venganza- y de tratar de resolver los conflictos sólo a través de medidas de fuerza, de violencia miltar, sólo nos llevará como humanidad a plantearnos la otra inquietud de Martin Luther King: La elección ya no es entre la violencia y la no violencia, ahora es la no violencia o la no existencia”.
Boff nos propone un nuevo paradigma, que no es muy diferente al que Gandhi, King y otros activistas no violentos llevaron a la práctica en distintas luchas y con diferentes niveles de aplicación. El nuevo paradigma de la fase planetaria de la Tierra y de la humanidad, responde con el paradigma de la comprensión, de la hospitalidad de todos con todos, del diálogo sin barreras, de los intercambios sin fronteras, del gana-gana y de las alianzas entre todos. En caso contrario, al generalizar las guerras cada vez más destructivas, podremos poner fin a nuestra especie o volver inhabitable la Casa Común. O como decía King: la no existencia de la raza humana, el “fin de nuestra especie”.
¿Suena exagerado lo que advirtieron estos dos grandes teólogos –uno católico y otro bautista- sobre la posible extinción de la humanidad? Si no revertimos este proceso de violencia-represalia-violencia, además de las otras amenazas que penden sobre nuestras cabezas como el cambio climático, la voracidad del neoliberalismo, la ferocidad de las nuevas tiranías que tratarán de imponer con la fuerza bruta la supresión de derechos y libertades de los pueblos del mundo… tal vez nos queden pocas generaciones de humanos en el planeta tierra.
Es difícil ser optimista, pero la esperanza nos mantiene en la brega para construir un futuro mejor con justicia, paz y dignidad para todas y todos. Boff concluye en su artículo: nuestro destino está bajo nuestra responsabilidad. Seremos lo que decidamos: una especie que prefirió autoexterminarse antes que renunciar a su voluntad absurda de poder sobre todos y sobre todo o bien forjamos las bases para una paz perpetua (Kant) que nos conceda vivir diferentes y unidos en la misma Casa Común.
Muy bien, ¿cómo forjamos las bases para una paz perpetua? Primero reconocer que la violencia está instalada en el mundo. Pues ahora nos toca instalar la no violencia a través de la aplicación de los métodos no violentos.
No es este el lugar para hacer una apología detallada de la filosofía y pertinencia de la metodología de la no violencia, pero nos pueden ayudar a meditar en ella dos términos del sánscrito que Mahatma Gandhi nos enseñó para entenderla y que la explican de manera muy precisa y que promovió como “herramientas” de lucha:
Ahimsa, palabra que es traducida habitualmente como no violencia y que es central en el pensamiento gandhiano, resume la vocación de absoluto respeto hacia toda entidad viviente, ya sea humana o animal, pues la vida es considerada una y sagrada. Expandido y enriquecido a través de la historia, equivale a un estado moral que inhibe todo acto que pueda perjudicar a cualquier criatura (Gandhi: Reflexiones sobre la No Violencia. Miguel Grinberg, Errepar, Buenos Aires, 1998, pág. 3).
La otra palabra es Sathyagraha (sostenimiento de la verdad, el resistir la ignominia mediante recursos no violentos) concepto del cual decía Gandhi: Es la reivindicación de la verdad no mediante el infligir padecimientos al contrincante sino sobre el propio ser. Tal activismo ascético exige ante todo un potente autocontrol, pues las ‘armas’ que lo tornan sathyagrahi residen en el alma. Es una herramienta pacífica: cuando las palabras no alcanzan para convencer o disuadir al adversario, se recurre a la pureza, la humildad y la honestidad. No se trata de comprimir, convertir, o aniquilar al oponente, sino ‘redimirlo del error, mediante la paciencia y la simpatía’. Hasta las últimas consecuencias” (Ibídem. Págs. 6-7).
Ahora pues, instalemos la no violencia, en todos los ámbitos de la vida humana: el interpersonal, familiar, escolar (el “bullying” es violencia verbal y física), e incluso entre las naciones. Martin Luther King refiriéndose a los conflictos internacionales de su tiempo como la crisis de los misiles en Cuba en 1962, la guerra de Vietnam, la guerra de los seis días en 1967 entre árabes e israelíes, etc., afirmaba que representaban una amenaza para la paz y la seguridad globales. Todavía falta que una cultura de la no violencia sustituya a la cultura de la violencia.
King utilizó la imagen de erigir una “casa mundial” e instó a construirla sobre un cimiento que requería completar la revolución de la libertad mundial, humanizar la tecnología, finalizar con el racismo, eliminar la pobreza a una escala internacional y encontrar alternativas a la guerra y la destrucción humana.
Su utopía debe seguir siendo nuestra utopía para estos tiempos peligrosos. Eduardo Galeano decía que para eso es la utopia, para verla en el horizonte y caminar hacia ella.
Caminemos, y sigamos buscando soluciones políticas y humanitarias para resolver desde los conflictos personales hasta los internacionales instalando la no violencia, so pena de que no exista en el futuro cercano nadie más que registre la Historia Humana.
[1] Formó parte de la coordinación de Iglesias por la Paz y del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Actualmente colabora en el Consejo Editorial del Boletín Alas