Concluye Sínodo Panamazónico con caminos abiertos para la renovación eclesial y la defensa de la Madre Tierra.

El sólo hecho de haberse realizado un Sínodo Amazónico es ya un signo de los tiempos para la urgente renovación pastoral de la Iglesia católica y su ineludible compromiso por el cuidado de la creación en tiempos de destrucción globalizada.
En forma y fondo, fue una experiencia eclesial inédita que dotó de diversidad y color a los intocables palacios vaticanos, insuflando vitalidad a una iglesia en agonía mundial.
La prensa internacional dio titulares a los temas más controvertidos del sacerdocio casado y el diaconado de las mujeres, pero prestó poca atención a temas más importantes que encontraron cabida y salida en las aulas sinodales: el reconocimiento y promoción de una iglesia autóctona, la sinodalidad eclesial, la conversión pastoral, social y cultural de la iglesia y, en el centro, la conversión ecológica que desafía a la Iglesia a un profetismo radical contra los dramáticos pecados hacia la Madre Tierra.
Todos ellos, caminos abiertos no sólo para las iglesias de la región amazónica, sino para la Iglesia Universal toda.

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