Las iglesias (y lo religioso) frente al cambio social en América Latina y Caribeña

La región latinoamericana y caribeña convulsiona desde hace tiempo (hay quien dice acertadamente que desde hace 500 años) y en últimas fechas dos señales encontradas acaparan la atención internacional: por un lado, el éxodo masivo de la población centroamericana hacia el norte del continente, forzada en decenas de miles a huir de la violencia capitalista que ha acampado en sus hogares sin escampar, sin descanso ni negociación, sin alternativa; por otro lado, la derechización política de la región centro y sudamericana (en contraste con el reciente giro mexicano a la izquierda), cuya última y alarmante señal es el triunfo de Bolsonaro en Brasil, abriendo un capitulo más de oscuridad en un país clave para el continente y hasta hace poco, ejemplo a seguir para la región.
En ambas coyunturas socio-políticas, el factor religioso ha sido y sigue siendo decisivo. De una parte, los sectores conservadores y fundamentalistas (católicos y evangélicos) siguen apostando por la instauración del capital neoliberal como forma y norma de vida, para continuar con la concentración de la riqueza en unos pocos, a costa de la vida y dignidad de las mayorías cada vez más empobrecidas. Del lado de estas mayorías, otra sociedad y otra iglesia son posibles, codo a codo también con las multitudes que huyen de esta guerra económica de muchos rostros; así lo demuestran innumerables organizaciones populares y eclesiales que, en contrasentido de las actuales políticas migratorias, tienden la mano a sus hermanas y hermanos en el camino, abren las puertas de sus casas y sus corazones para dar posada al peregrino, vestir al desnudo, dar de beber al sediento y de comer al hambriento.
En medio de la desolación y las tormentas que oscurecen el panorama del continente, brilla la esperanza de la resistencia popular. Sin triunfalismos ni falsas expectativas en un camino aún de largo recorrido, de avances y retrocesos, de luces y sombras, la fe liberadora sigue en pie.
Mientras tanto en México celebramos un triunfo más de la voluntad ciudadana contra los megaproyectos destructivos de la vida: la consulta en torno al Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (nuestro más reciente ejemplo de corrupción legitimada desde el régimen saliente), se ha decantado hacia la no continuidad del proyecto con un 69% de la votación.
La lucha sigue. También para nuestras hermanas y hermanos de Brasil, para quien va nuestra esperanza solidaria.
Por José Guadalupe Sánchez Suárez
© Observatorio Eclesial

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