«Llevar la verdad de Cuba al interior de los Estados Unidos» Resonancias de la 27 Caravana de Pastores por la Paz en México
Hoy por la mañana partió del Aeropuerto Internacional de la Ciudad México la 27 Caravana de Pastores por la Paz, procedente de EUA y Canadá, con rumbo para La Habana. Tras unos breves días en nuestro país, permanecerán en Cuba del 18 al 29 de julio con el doble objetivo de intercambiar solidaridad con el pueblo cubano y demandar del gobierno norteamericano el fin de la agresión económica y política contra la isla y la revolución cubana.
Con ese mismo fin, desde hace cuatro años la Caravana se detiene en la Ciudad de México, antes de continuar su trayecto. Este acto de desobediencia civil por parte de las y los integrantes de la Caravana de Pastores por la Paz (la ciudadanía estadounidense tiene prohibido viajar a Cuba sin permiso expreso del gobierno) representa por sí solo una denuncia al bloqueo comercial establecido contra este país desde hace más de 50 años y cuyos efectos, si bien han sido devastadores para las condiciones de vida de la población cubana, han resultado ineficaces para quebrar la voluntad y dignidad de un pueblo reconocido mundialmente por su solidaridad y generosidad.
En su estancia en nuestro país, la 27 Caravana además de reunirse con organizaciones y movimientos sociales de México, realizó diversos actos públicos entre los que se cuentan: conferencia de prensa ante medios de comunicación, acto político ecuménico frente a la embajada de EU y un foro de análisis sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas cubanoamericanas. En todas ellas el énfasis fue puesto en la necesidad de entender que, lejos de lo que puede pensarse, el bloqueo contra la isla no ha terminado y en que debe cancelarse de manea inmediata, al igual que la ocupación de Guantánamo poniendo fin a la ignominia que en dicho lugar pervive y lacera a la humanidad.
Pastores por la paz (IFCO por sus siglas en inglés) es una organización interreligiosa de apoyo a los pueblos en su lucha por la justicia y la autodeterminación, y agrupa a mujeres y hombres líderes religiosos de Estados Unidos y Canadá de gran prestigio en la lucha por los derechos humanos en sus países. A su paso por México, han encontrado eco también en la comunidad religiosa de nuestro país, especialmente aquella comprometida con la justicia y la paz, quien no sólo se ha sumado a los actos públicos realizados en nuestro país, sino también a la caravana misma, viajando a Cuba en un contigente que, a lo largo de casi tres décadas, ha estado conformado cada año por entre 30 y 120 integrantes, especialmente jóvenes y adultos.
Su travesía es singular e inédita entre los grupos de solidaridad con Cuba, pues mientras la mayoría de éstos parten de una convicción ideológica y política de la importancia del sistema cubano (México incluido, que se ha caracterizado por una larga historia de estrecha solidaridad con la isla), la Caravana de Pastores por la Paz va a Cuba para alimentar esa convicción en la juventud estadounidense que ha sido educada por los medios de información con un espíritu adverso y de temor, cuando no de ignorancia, hacia la revolución cubana y en general hacia toda forma de organización social y política anticapitalista.
En este sentido, poner pie fuera de los muros físicos e ideológicos del imperio representa para los jóvenes norteamericanos una gran revelación, o mejor dicho, develación: caen de sus ojos como grandes lagañas las mentiras que habían creído hasta entonces, no sólo sobre Cuba, Fidel o la Revolución, sino sobre sus propias vidas. Así lo expresaba el “Majestic”, un joven rapero del Bronx con quien hice amistad en la Caravana del 2013, quien tras salir por vez primera de EU, conocer primero algunas experiencias de autonomía comunitaria en México y luego en toda su magnitud la experiencia cubana, decía con lenguaje diáfano que no podía creer lo que veía, porque toda su vida le habían enseñado en la escuela, la casa, los medios, que esta forma de vivir no era posible, que no había otra alternativa al capitalismo.
De esta forma, lejos de cualquier especulación, la Caravana de Pastores por la Paz logra derribar los cercos mediáticos que alimentan las conciencias no sólo norteamericanas, sino también latinoamericanas con una serie de mitos terribles sobre lo que llaman la “dictadura cubana”, una dictadura que vista desde dentro, recorrida a pie por sus pueblos limpios con rostros sonrientes, descubierta a flor de piel en la solidaridad cotidiana, la dignidad y la resistencia de un pueblo con los índices más bajos (y a veces nulos) de analfabetismo, desocupación laboral, desigualdad, mortalidad materna, desnutrición infantil, corrupción; admirada en sus grandes logros en medicina, deporte, ciencia, educación… resulta no ser tan terrible, sino incluso deseable, como lo expresaba América del Valle al participar el 15 de julio pasado en el acto político-ecuménico que la 27 Caravana realizó frente a la embajada norteamericana en México: “Si Cuba es una dictadura, ojalá tuviéramos en México un igual, porque en Cuba el gobierno no mata a su gente, no la reprime ni desaparece; en Cuba no se entregan las riquezas naturales a empresas extranjeras ni se despoja a los pueblos de sus derechos fundamentales”.
En este mismo sentido habló el tercer secretario de la oficina política de la embajada de Cuba en México, Roberto Cruz, en el Foro “Las nuevas relaciones Cuba-EUA ¿Finalizó el Bloqueo?”, al responder a una pregunta expresa de una catedrático universitario: “Lo mejor que puedes hacer con tus estudiantes, es llevarlos a Cuba. No hay palabras que describan lo que ellos pueden ver en Cuba, sea bueno o malo… Si hoy los congresistas [estadounidenses] anticubanos no van a Cuba, es por el temor de cambiar en su forma de pensar. Obama fue a Cuba, para ver si tenía certeza de que no iba a cambiar en su forma de pensar… habría que preguntarle si cambió.”
Esto no quiere decir, y así lo deja entrever el también encargado de las relaciones de la embajada cubana con las iglesias en México, que todo sea perfecto en Cuba. Ellos mismos son conscientes que hay desafíos por enfrentar no sólo en las relaciones bilaterales o internacionales, sino al interior, en el sistema cubano mismo, y están emprendiendo esfuerzos por adaptarse a los nuevos tiempos sin traicionar a la revolución cubana, que no se vive como algo ocurrido hace 60 años, sino como un sueño que se construye día a día, y que la juventud abraza en su mayoría con fervor, con espíritu crítico y autocrítico, con valentía, con amor.
Por ello, la admiración que pueda despertarnos el pueblo cubano, se convierte de inmediato en solidaridad, en respaldo a estos esfuerzos loables por otro mundo posible, en súplica a “mantener a Cuba para los cubanos”, como lo expresó el obispo Raúl Vera durante su intervención en la citada ceremonia política-ecuménica frente a la embajada estadounidense. El obispo de Saltillo, representa en México la tradición de obispos comprometidos con los sectores más pobres y también ha hecho suya la herencia internacionalista de sus predecesores, en particular Samuel Ruiz García y Sergio Méndez Arceo, este último muy cercano al pueblo cubano. Desde éste espíritu, el también reconocido defensor de derechos humanos a nivel internacional, destacó la importancia de que en esta transición de las relaciones diplomáticas entre Cuba y EUA, el pueblo cubano se mantenga fiel a la Revolución; al expresarle su entera solidaridad también le recordó que lo que tienen es más grande que cualquier propuesta u oferta de parte del sistema estadounidense que tantos estragos ha causado a nuestros pueblos en América Latina y el mundo.
Y es que, la aparente distensión de relaciones entre ambos gobiernos no está significando un cambio real ni inmediato en relación al bloqueo comercial ni en el estatus de los cubanos en Estados Unidos. Tanto en la conferencia de prensa como en el foro de análisis ofrecidos por la 27 Caravana en su tránsito por nuestro país, la pastora Gail Walker (hija de Lucius Walker, fundador de IFCO) y el sacerdote anglicano Luis Barrios, líderes morales de este movimiento, coincidieron en señalar que el fin del bloqueo es una demanda vigente que ahora está en la cancha del congreso estadounidense, después de que Barack Obama y Raúl Castro, por mediación vaticana, dieran el histórico paso de buena voluntad.
Lo que sigue ahora, afirmaron, es el fin del bloqueo y la devolución de la base naval de Guantánamo, pero también el fin a toda forma de agresión mediática y política hacia la isla, en especial la de la llamada Ley de ajuste cubano “que ampara a todos los cubanos que llegan a Estados Unidos, quienes obtienen residencia y ciudadanía de manera automática” (La Jornada, 17 julio 2016) y que motiva a muchos cubanos a emprender de manera ilegal la travesía hacia el norte exponiéndose al peligro y a la muerte junto a millones de migrantes que intentan llegar a suelo norteamericano. Denunciaron no solo la ilegalidad de estas y otras medidas, sino sobre todo su carácter inmoral, dado que no están orientadas a favorecer al pueblo cubano, sino a combatir la credibilidad del régimen surgido de la Revolución, a presionar a la población para que se vuelva contra el sistema cubano, lo cual con todo no ha sucedido. Y es inmoral, coinciden, porque no a todos los migrantes cubanos dan ese trato preferencial, sólo a los que huyen ilegalmente, ni tampoco dan tal tratamiento a migrantes de otros países. Si no ¿por qué no existe una ley de ajuste mexicano?
Esta voluntad perversa, no nos engañemos, no ha cambiado con el restablecimiento de relaciones diplomáticas, algo que no muchos percibieron en el discurso de Obama dado al respecto en diciembre de 2014, nos recuerdan los líderes de IFCO y Roberto Cruz, de la embajada cubana en México: la intención es la misma, derrocar el régimen cubano, sólo han cambiado de estrategia.
Hoy, la Caravana se encuentra ya en la isla. Por 10 días realizarán actividades en diversas ciudades del país con diversos actores en un ejercicio de mutua solidaridad y denuncia de un mal que aqueja tanto a Cuba como a México: un sistema político-económico que se beneficia de la privación de la dignidad a millones de personas y de la destrucción irrestricta de las riquezas naturales y culturales. Un sistema que en nuestros países está provocando conflictos armados, guerras interminables que han cobrado cientos de miles de vidas, destruido el tejido social y comunitario, sumido en la inseguridad y la violencia nuestra cotidianidad. La Caravana de Pastores por la Paz también se ha hecho eco de estos, nuestros clamores, y en gran parte es la razón por la que hace 4 años incluyeron la Ciudad de México en su ruta hacia Cuba: para denunciar también la injusticia en nuestro país.
Por José Guadalupe Sánchez Suárez
Secretariado Social Mexicano / Observatorio Eclesial
No sabia de esta caravana, muy loable su labor no debiéramos pelear por lo que Dios nos dio, ni menos venderlo, o apropiarse, los recursos naturales no tienen dueño son de todos, mas bien debiéramos compartirlos de forma fraterna y equitativa, debería no aber fronteras, y hermanarnos todos los países, que hermoso seria saber respetar limites y al hermano, ser fraternos y no despojar sino compartir,Dios bendiga a esa caravana,y permita que logren hermanar países entre si y con otros