Laudato si… la nueva encíclica papal sobre el cuidado de la casa común

Bajo el halo de una de las figuras más universales del cristianismo, Francisco de Asís, el papa presenta la segunda encíclica de su pontificado, calificada como ecológica, pero bien podríamos llamar ecuménica, no sólo porque en su alusión al magisterio sorpresivamente valora importante incluir como tal las enseñanzas de otras iglesias, sino porque alude al sentido más auténtico del ecumenismo: el cuidado de la casa común.

Una dificultad menor se presentó, cual fue la filtración del texto a la prensa días antes de su publicación, lo cual es reflejo de la resistencia que siguen oponiendo algunos sectores vaticanos a la línea renovadora del papa Francisco, pero también muestra que este «enemigo en casa» es cada vez más débil e incapaz de frenar los aires reformistas del primer pontífice latinoamericano; muestra de ello es el mismo trato benigno que le dió la prensa al asunto: mencionó el hecho de la filtración, pero dió más importancia y extensión al contenido de la misma encíclica; con otros papas, la noticia se hubiera centrado en el sensacionalismo.

No hay inesperadas novedades en la propuesta del papa. Su lectura de la crisis ecológica y sus propuestas prácticas ya han sido señaladas por los más importantes movimientos de defensa de la tierra y cuidado del medio ambiente en el mundo, principalmente en el tercer mundo: profundo sentido crítico de las causas económicas de la crisis global y necesidad de un cambio radical del comportamiento político para salvar el planeta. La verdadera y grandiosa novedad, es que el papa se haga eco (nuevamente) de la voz de los pueblos, de las y los pobres, del ecofeminismo (aunque sin mencionarlo).

Voces explíctas en los que el mismo obispo de Roma considera como ejes transversales de su franciscana encíclica: la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología, la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso, el valor propio de cada criatura, el sentido humano de la ecología, la necesidad de debates sinceros y honestos, la grave responsabilidad de la política internacional y local, la cultura del descarte y la propuesta de un nuevo estilo de vida (n. 16).

Escrita ahora sí 100% al estilo Francisco, estamos ante un texto ágil, concreto, profundo, provocador que hay que leer como un paso importante en el mapa de ruta de la Iglesia católica bajo el sello del papa latinoamericano.

Observatorio Eclesial